El sorprendente mundo de Sandro...

El sorprendente mundo de Sandro...

30 de marzo de 2012

Relatos de Sandro

A veces creo que hay que saber parar

Yo soy el productor, el autor y el intérprete de Sandro. Cuando hay errores siento que hay que reveer todo. No se puede estar siempre en la cresta de la ola... y hay que tener claro qué es lo que se busca. Por momentos tengo una idea para desarrollar, pero encontrarle la forma exacta a lo mejor me lleva años. La carrera mía es tan larga, que a veces digo: bueno, empecemos de nuevo. Tengo un muy buen medio de vida que al mismo tiempo es mi hobby. Pero es una trampa, porque yo me divierto pero a su vez es mi trabajo. Cuando el señor Sandro se sube al escenario, hay treinta personas detrás que dependen de mí. Y yo dependo de ellos.

Siempre le estoy buscando la vuelta a todo. No quiero ir para atrás y hacer sólo cosas comerciales: lo que compuse por cuestiones meramente consumistas fueron las frustraciones más grandes de mi vida. Aunque no parezca, aunque algunos crean que lo que me interesa es entretener y nada más, me rompo el alma para concebir algo digno. Y es que en la canción popular el idioma se pauperizó, se habla con doscientas palabras. Nosotros en los 60 teníamos un palabrerío maravilloso. Fijate esa canción: "Entregá el marrón..." ¿Así le hablás a una chica? El nivel baja y baja. Basta con leer las cartas que recibo. Y sobre todo cuando me escriben algunas maestras. Yo tomo un lápiz rojo y marco como me hacían a mí en la escuela. Y en los medios igual, se habla como en la calle, como en el tablón. 

Decía, yo no quiero nunca ir para atrás. Alguna concesión he hecho, y ya no quiero. Y por ahí, esa concesión, algún tema de esos, a la gente le encanta. Como "Mi amigo el puma". Hice esa letra en la sala de maquillaje de Canal 13, el día que se grababa un especial para toda América. La música estaba hecha, la orquesta sabía su parte, pero faltaba la letra. La escribí mientras me maquillaban. Llamé a los asistentes y les pedí que me la transcribieran en cartones grandes para poder leerla al cantarla. Cuando subí al escenario las chicas se pusieron locas, hicieron una avalancha y los cartones se fueron al diablo. Así que empecé a sanatear; estaba desesperado, simulaba que el micrófono no andaba. Ese tema vendió sólo en México un millón de discos. ¿Se puede entender?
No quiero nunca perder la conciencia de lo que me está pasando. Mucho pertenece al misterio... ¿Por qué me siguen yendo a ver, con esa pasión, con ese amor? No lo sé, estoy esperando a un sociólogo que me lo pueda explicar. Mejor no saberlo. Uno tiene que dar lo mejor y punto. Como decía San Francisco de Asís: "Deseo muy poco. Y ese poco que deseo, lo deseo muy poco".


Fuente: Libro "Sandro, el fuego eterno".






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