El sorprendente mundo de Sandro...

El sorprendente mundo de Sandro...

30 de julio de 2012

Relatos de Sandro


No sé qué pasa conmigo y tampoco quiero saberlo

Este negocio tiene altibajos, como cualquier otro, el tema es que las causas de esos altibajos tal vez son más misteriosas. De pronto me cubrieron de bronce, los chicos del rock no me saludaban: me sacaban lustre los desgraciados. Yo siempre digo que debajo del traje, debajo del smoking, hay un rockero de alma. Me pone contento este reconocimiento, porque yo estaba espiriitualmente en la lona. El año en que murió mi vieja pensé que todo había terminado para mí. Pasé etapas de mucha angustia, pero decidí volver porque algunas personas que me adoran desde hace muchísimo me dijeron en un par de cartas: "No tenés el derecho de hacer lo que quieras, porque hay mucha gente que espera algo de vos". No sé si la frase es buena, pero por suerte me la creí. Y puedo asegurar que ellos, el público, las fans, me salvaron la vida. 
Estoy lleno de proyectos. Quiero hacer un disco de rock, quiero hacer un disco de tango, quiero hacer millones de cosas. Con el de rock, me gustaría juntar a los atorrantes de La Cueva; el de tango, no sé, lo quiero pensar bien. Le tengo mucho respeto al tango. Mi ídolo siempre fue Alberto Morán, ese cantorazo que tuvo Pugliese. Valentín Alsina es un barrio de prosapia tanguera, y cuando yo era pibe, muy pibe, iba a los bailes donde tocaba la orquesta de Osvaldo Pugliese con Morán porque se llenaba de minas. Las chicas lo adoraban a Alberto, y seguro que si te arrimabas a esas milongas algo ganabas. Por eso también decidí volver, por esos artistas. Y por Sinatra y por tantos más. Yo a veces me preguntaba: ¿por qué sigue cantando Sinatra si tiene como 80 años y está forrado en guita?, ¿para qué? Es que no tiene que ver la plata, es el público, la energía que te tira, es como una vitamina. Uno vive de eso. Por decirlo de alguna manera, uno le chupa la sangre al público. Ese es mi alimento.


Fuente: Libro Sandro, el fuego eterno.